Corea del Norte
Paras todos aquellos que ya lo han visto todo y quieren conocer algo más, viajar a Corea del Norte es un viaje en el tiempo, una experiencia única en el país más cerrado del mundo.
No se trata de un viaje para comprar, ni se trata de un viaje para estar en buenos hoteles ni comer en buenos restaurantes.
Se trata de un retroceso en el tiempo, donde prácticamente no quedan personas que hayan conocido más que lo que tienen y cuyo desconocimiento del resto del mundo es absoluto.
Es un poco complicado conseguir la autorización para viajar pero se puede conseguir con un poco de paciencia y siempre a través de alguna agencia china.
Lo normal es viajar en avión desde Pekín o Vladivostok con la compañía aérea nacional llamada Corio.
Una vez en el país, y siempre acompañado de un guía oficial y miembros del gobierno, te permiten visitar lo que se considera interesante, sin demasiadas posibilidades de moverte por tu cuenta, ya que es fácil perderse.
Los hoteles son muy básicos y muy integrados en la estética del país. En mi habitación por ejemplo tenía un calendario de papel que cada mes tenía una fotografía de un modelo de tanque distinto, prueba de que necesitan un buen ejército y tener a la población alerta para posibles ataques del enemigo exterior. Se le llama política “Songun” o lo militar primero. Los restaurantes son prácticamente inexistentes y la comida es muy sencilla y básicamente a base de legumbres y hortalizas.
La capital Pyongyang obviamente es arquitectónicamente de estilo marxista leninista con grandes avenidas y monumentales edificios y monumentos loando lo que el gran líder, su hijo y su nieto han hecho por el país. Mucho colorido, muchas banderas y cánticos realmente impresionantes.
Disponen de un metro estilo el de Moscú y hay poca luz en las calles, por no decir ninguna, por el hecho que debido al bloqueo internacional tienen que ahorrar energía.
La gente no habla ya que son muy reservados y evitan vestir de colores excepto cuando van a homenajear al líder, cuando las mujeres se visten con trajes típicos de mucho colorido. Y caminan siempre por las aceras y cruzan por pasos subterráneos ya que no se les permiten cruzar por la superficie (los pasos cebra no existen) donde unos bellezones guardas urbanos con cuellos de piel dirigen el escaso tráfico, normalmente en autobuses, camiones y coches negros de gran cilindrada. Y por supuesto el gran líder impera por las calles, los interiores de las casas y en la radio y la televisión, como prueba del gran amor que le profesa su pueblo.
Realmente es un viaje muy interesante, en que además de Pyongyang, existe un par de parques nacionales de montaña que se pueden visitar, sobre todo porque forman parte de la vida del Gran Timón del país. Y un imprescindible es visitar la frontera con Corea del Sur, repleta de altavoces, vallas y miradores.
Fuente: Bontur Viajes