Octubre es, junto con noviembre, el mes perfecto para disfrutar de uno de los mayores espectáculos que la naturaleza nos brinda en Japón: el momiji, o enrojecimiento de las hojas de los árboles.

Durante el periodo de Edo (1600-1868), primero fueron los shogun y los samuráis, seguidos de la clase de los comerciantes y las clases bajas, los que disfrutaban del cambio de las estaciones con el enrojecimiento de las hojas de otoño.

Éstos se situaban en los Alpes japoneses que son los que marcan la línea divisoria de Isla de Honshu y en ellos se encuentran la mayoría de las cimas más altas del país y donde se encuentra la ciudad feudal de Takayama, con sus fábricas de sake, y la aldea de Shirakawa-go, que durante siglos estuvo aislada de Occidente y cuyas casas tienen forma de A, y en el que se puede realizar la Ruta Nakasendo (significa camino en medio de las montañas), que antiguamente unía Edo (Tokyo ) con Miaco (Kyoto). Es el antiguo camino de postas, que discurre por el valle del Kiso, donde el tiempo parece haberse detenido en la época de los samuráis y los mercaderes.

Una oportunidad de disfrutar del momiji caminando entre Magome y Tsumago un pequeño sendero de unos 8 km aproximadamente y que puede recorrerse en 2-3 horas a un ritmo tranquilo. En esta época hace que el paisaje que encontramos sea increíble. La gracia de esta ruta es que se ha mantenido como en la época feudal, con el camino bien conservado y las casas con el aspecto de antaño situadas al lado del camino. Incluso los cables de la luz van por debajo tierra para no perder el encanto.

Magome es precioso, el sonido del agua que escuchas desde cualquier rincón del pueblo es espectacular, todo es agua, molinos y montañas. Sin duda Magome es otro de los enclaves en los que te olvidas del tiempo y del mundo. Simplemente puedes disfrutar de ser y de estar.

Fuente: Viatges Tuareg